“La prevención del suicidio exige decisiones políticas”: anticipa el Dr. Demián Rodante antes del Congreso en Río Grande

En la previa del Congreso, Rodante advirtió sobre barreras de acceso, estigma y falta de recursos para atender la salud mental en Argentina.

En la antesala del III Congreso Internacional de Prevención del Suicidio, que se llevará a cabo los días 17 y 18 de septiembre en la ciudad de Río Grande, Tierra del Fuego, el foco está puesto en una problemática urgente: la prevención del suicidio. Uno de los invitados al evento es el Dr. Demián Rodante, médico psiquiatra, jefe de sección en el Hospital Moyano y vicepresidente del capítulo de Suicidología de APSA, la Asociación de Psiquiatras de la Argentina.

Durante dos jornadas intensas, referentes nacionales e internacionales compartirán sus experiencias, investigaciones y herramientas para el abordaje integral de la prevención del suicidio. Las actividades se realizarán de 8:30 a 18:00 en el Gimnasio del Colegio Don Bosco “Padre Miguel Bonuccelli” (Juan Bautista Alberdi 368). Entre los disertantes se encuentra también el Director Ejecutivo de CLACSO, Pablo Vommaro, quien hablará el jueves 18 a las 9:00 sobre “Desafíos y propuestas desde la perspectiva generacional” en el módulo “Educación y juventudes”.

En ese contexto, el Dr. Rodante expresó: “Es la primera vez que vengo a Río Grande y también al evento. Llegué hoy por la madrugada. La ciudad se ve hermosa, ya nos hicieron un tour un poquito entre turístico y también conociendo algunos centros de atención”.

Consultado sobre la evolución de la salud mental en el país, el especialista planteó un panorama complejo: “Desde mi experiencia en la Ciudad de Buenos Aires y también con el contacto que tengo con colegas de todo el país, puedo decir que hay muchos esfuerzos por evitar la fragmentación del sistema de salud. Pero la realidad es que seguimos encontrando un montón de barreras de acceso, especialmente en salud mental”.

El diagnóstico es claro: “No solamente hay un problema de presupuesto, sino también de estigma respecto a las problemáticas de salud mental. Es un cóctel complicado: falta de presupuesto, estigmatización, desinterés… una situación más que compleja”.

Sin embargo, el Dr. Rodante subrayó que hay caminos posibles: “Hay cosas que sí podemos hacer, desde lo individual hasta lo comunitario. El mensaje es: hay cosas que funcionan. El tema es elegir las que demostraron funcionar. No improvisar demasiado”.

En ese sentido, resaltó la necesidad de sostener las intervenciones en evidencia científica: “La salud mental, hace muchos años en todo el mundo, ya basa la mayoría de sus intervenciones en prácticas basadas en evidencia. Esto se ha testeado: qué funciona y qué no funciona. Entonces se pueden elegir cosas que funcionen”.

Sobre la prevención del suicidio, enfatizó que se trata de un problema que excede al sistema sanitario: “No es solamente un problema de salud pública, sino también social. Cada actor tiene su rol: desde el sistema público y privado hasta las organizaciones no gubernamentales, gobiernos, el apoyo de pares. Todos tenemos una función que tiene un gran impacto”.

Otro eje importante fue la ley nacional de salud mental. Rodante valoró sus principios, pero cuestionó su implementación: “En términos del espíritu de la ley, es el que abogamos todos. El problema es la aplicación, en términos de dispositivos y de revisar ciertos criterios. A veces hay apuro por externar personas sin un contexto adecuado, y eso hace muy difícil la tarea”.

Añadió que uno de los puntos críticos es la falta de dispositivos intermedios: “No hay centros de día, no hay intervenciones grupales, los turnos están estallados, hay pocos profesionales, están mal pagos. El mejor servicio a la persona queda muy bonito en la ley, pero sin los recursos humanos y presupuestarios es muy difícil”.

También apuntó a un incumplimiento central: “Ese 10% del presupuesto de salud que debía destinarse a salud mental, nunca se hizo realidad”.

Al ser consultado sobre la importancia del Congreso, Rodante fue categórico: “Yo creo que esto es central. Es imposible hacer un cambio en las tasas de suicidio o en el bienestar poblacional si el Estado no interviene. Este tipo de eventos tienen que reproducirse en todas las provincias, a nivel regional y nacional”.

Anticipó que durante el Congreso se presentarían datos actualizados: “Seguramente se van a reportar las estadísticas, pero sabemos que hay un subregistro. El problema tiene más dimensión de lo que los datos dicen. Hay esfuerzos por obtener datos más fieles”.

Y agregó una advertencia: “Cuando yo hago una intervención en prevención, tarda años en reflejarse en los indicadores. Un programa puede impactar recién a los 2, 3 o 5 años. Pero la sociedad quiere respuestas más rápidas”.

Sobre el impacto de la pandemia, señaló: “Durante la pandemia, las tasas de suicidio bajaron en todo el mundo. Luego volvieron a aumentar. Hoy están altas. La realidad es que necesitamos más esfuerzos”.

Antes de despedirse, expresó su expectativa positiva frente al evento: “Me parece que es una oportunidad única. Esto se tiene que replicar sin dudas, periódicamente, no solo en el municipio sino en todo el país. El problema es de todos: los que consultan, pero también sus amigos, padres, hermanos, compañeros de trabajo. Todos estamos atravesados por estas situaciones. El intercambio entre distintos sectores de la comunidad es la única forma de hacer un cambio”.

La entrevista finalizó con optimismo: “Espero que esté súper concurrido, merece la pena”, dijo el doctor. “En ese aspecto quédese tranquilo —respondió el periodista—, va a estar lleno”. Y así cerraron un diálogo que reflejó la urgencia, la complejidad y también la posibilidad de actuar frente a una de las problemáticas más delicadas de la salud pública actual.