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Revolución digital en las aulas: Más de 2,5 millones de chicos en Argentina ya usan inteligencia artificial para estudiar

Un estudio de Unicef y Unesco reveló que el 58% de los niños, niñas y adolescentes de entre 9 y 17 años utilizan IA generativa con fines educativos.

Revolución digital en las aulas: Más de 2,5 millones de chicos en Argentina ya usan inteligencia artificial para estudiar

Un estudio de Unicef y Unesco reveló que el 58% de los niños, niñas y adolescentes de entre 9 y 17 años utilizan IA generativa con fines educativos.

La revolución digital ya no es cosa del futuro: más de la mitad de los chicos y chicas argentinos de entre 9 y 17 años ya usan herramientas de inteligencia artificial generativa, como ChatGPT, principalmente para estudiar. Así lo indica el último informe Kids Online Argentina, elaborado por Unicef y Unesco, que por primera vez midió el conocimiento y uso de IA entre los más jóvenes del país.

El relevamiento, de carácter nacional y representativo por edad, género y nivel socioeconómico, se realizó sobre 5.910 estudiantes de 291 escuelas primarias y secundarias, tanto públicas como privadas. Los resultados evidencian no solo una rápida adopción tecnológica, sino también fuertes contrastes en el acceso y los riesgos asociados.

“Cerca de 2,5 millones de chicos y chicas usan inteligencia artificial para tareas escolares”, señaló Cora Steinberg, especialista en educación de Unicef Argentina, al diario Clarín. Esto representa el 58% del total de adolescentes y niños relevados, mientras que un 18% conoce estas herramientas pero no las utiliza, y un 24% ni siquiera ha oído hablar de ellas.

Mujeres, adolescentes y sectores acomodados: los que más la usan

El estudio revela que el uso escolar de la IA es mayor entre las adolescentes mujeres de entre 15 y 17 años, especialmente aquellas que provienen de sectores de nivel socioeconómico medio o alto. Esta diferencia evidencia una doble brecha digital: por edad y por nivel de recursos.

El nivel de familiaridad con la IA varía significativamente entre los distintos estratos sociales. Mientras que en los hogares más acomodados la mayoría de los estudiantes buscan información en Internet diariamente para estudiar, en los sectores más vulnerables esa cifra se reduce a tres de cada diez.

El informe también subraya que el uso de tecnologías digitales no solo potencia el aprendizaje, sino que también amplía las oportunidades. Aquellos chicos con mayor acceso no solo tienen más herramientas, sino también mayores habilidades para utilizar la tecnología a su favor, tanto en la escuela como en su vida cotidiana.

Celulares, búsquedas y aprendizaje digital

En línea con los avances tecnológicos, el 95% de los adolescentes y niños encuestados dispone de un teléfono celular con acceso a Internet. En los más chicos, el acceso es cada vez más temprano: el 83% de los que tienen entre 9 y 11 años recibió su primer celular antes de los 10, una cifra muy superior a la del grupo de 15 a 17 años, donde solo un 20% accedió tan tempranamente.

Además, la mitad asegura que aprendió algo nuevo navegando en la red, aunque preocupa que un 60% crea que el primer resultado de los motores de búsqueda siempre es el más confiable. Las actividades más comunes en línea son estudiar, entretenerse y socializar, y casi todos están presentes en al menos una red social.

En términos de habilidades digitales, 9 de cada 10 saben cómo administrar su lista de contactos, incluyendo bloquear o eliminar a personas, y el 82% conoce los mecanismos para denunciar contenido inapropiado. No obstante, estas cifras bajan entre los más jóvenes y en sectores con menores recursos.

La otra cara del universo digital: riesgos y vulnerabilidades

Más allá de los beneficios, el informe también da cuenta de problemáticas alarmantes asociadas al uso de Internet. Por ejemplo, el 46% de los adolescentes admite tener un uso problemático del celular, videojuegos o la web, con consecuencias en su rendimiento escolar y dificultades para moderar el tiempo de conexión.

El contacto con desconocidos es uno de los mayores focos de preocupación: uno de cada diez acepta todas las solicitudes de amistad en línea y tres de cada diez se encontraron personalmente con alguien conocido solo por Internet. Dentro de ese grupo, un 3% tuvo un encuentro con un adulto.

También hay un fenómeno creciente que inquieta: el 24% de los adolescentes de 12 a 17 años participó alguna vez en apuestas online por dinero, en su mayoría varones. Esta práctica, que va en aumento con la edad, refleja la falta de controles adecuados sobre estas plataformas.

En cuanto a los contenidos, el panorama es sombrío: dos de cada tres adolescentes vieron material que promueve formas de adelgazar de manera extrema o promesas de ganar dinero fácil. Además, casi la mitad accedió a publicaciones con discursos discriminatorios, imágenes violentas o consumo de alcohol y drogas.

Uno de los datos más preocupantes: un tercio estuvo expuesto a contenidos sobre autolesiones o suicidio, lo que demuestra la urgencia de implementar estrategias de contención y acompañamiento para los más vulnerables.

El rol de los adultos: clave para evitar riesgos

El informe destaca con claridad que la presencia de adultos responsables en el uso digital es un factor determinante. Cuanto mayor es la mediación parental, menor es la exposición a situaciones de riesgo en línea. Este patrón se repite tanto en chicos de 12 a 14 años como en los de 15 a 17.

Desde Unicef remarcan que es fundamental promover un acompañamiento activo, comprensivo y actualizado por parte de padres, madres y tutores, especialmente en hogares donde los chicos tienen más dificultades para identificar los riesgos del entorno digital.

Conclusión:
El informe Kids Online Argentina plantea un doble escenario: el enorme potencial de la inteligencia artificial como herramienta educativa, y al mismo tiempo, los desafíos urgentes en términos de equidad, protección y educación digital. La brecha digital no solo es tecnológica, sino también social y afectiva. En un país con profundas desigualdades, la alfabetización digital debe ir acompañada de políticas públicas activas y un compromiso genuino por parte del mundo adulto.

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